lunes, 30 de marzo de 2009

Me duelen las alas de cargar con ellas



Puedo mentirme todo lo que quiera. Puedo levantarme cada mañana y afrontar el día con optimismo. Puedo tachar fechas en el calendario y sentirme mejor al ver que se acumulan hacia adelante y no hacia atrás. Puedo decir que estoy bien, que estoy recuperada, que ya lo he superado. Puedo verme más guapa, o más madura, o más ocupada. Puedo sentir que ahora hay más cosas por las que luchar y gente que hace que merezca la pena esa lucha. Puedo sonreír ante el espejo, o ante un flash, o ante un buen chiste.


Puedo correr hacia adelante todo lo que quiera. El problema es que en este desierto no hay ni siquiera un puñetero cactus para orientarme. Y me da miedo estar corriendo en círculos, dar vueltas hasta llegar a la misma conclusión una y otra vez.


Creía que el dolor pasaría, y debí de acertar, porque lo hizo. Pero lo que no sabía era que tras el dolor llegaría algo mucho peor: la nostalgia.

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