lunes, 9 de marzo de 2009

Lia Fáil (Original 3-10-2008)


Cuentan las leyendas de los Tuatha dé Danaan que el primer rey de Irlanda, cuando aún no lo era, cayó en plena lucha sobre Lia Fáil (la Piedra del Destino), en la Colina de Tara, y la roca lanzó un grito. Ésa fue la señal de que una nueva era, una era que el ser humano no podría ni siquiera llegar a atisbar, había comenzado. A partir de ese día, no hubo ni un sólo rey en Tara que no hubiese pasado antes la prueba de hacer gritar a Lia Fáil.


Lugh, mi querido, admirado, venerado, ansiado, cuidado y esperado Lugh, fue uno de ellos. El que tuvo el camino más difícil. El que más trabajó, se esforzó y peleó por llegar al final. Un ser con los poderes de un dios y el corazón de un hombre. Fin de una etapa, comienzo de la siguiente. Alfa y Omega de la cultura mitológica de los Hijos de Danu. Amanecer y Crepúsculo. Señor del Sol y, como tal, de la Tierra, el Aire y, por supuesto, el Agua.


Lugh, el Brillante. El Hermoso. Lugh, Brazo Largo. El Portador de la Lanza del Destino. El Dueño de la Flor del Agua. La historia se ha encargado de bautizarlo una y otra vez y hacerle portador de múltiples y maravillosos atributos. Para mí, sólo es Lugh. Mi bebé.


Y mi bebé parece estar contento con el desastre de novia que le he buscado, porque, entrando ya en el mes de Octubre, me permitió contemplar su casa, Tara, Lia Fáil y el Boann bajo los rayos de un Sol espléndido. Eso era más de lo que mis plegarias podían pedir. Gracias, mi dios.


FOTO: Xesa y Lugh apoyados en la Piedra del Destino, en la Colina de Tara. Eire, 28 de Septiembre de 2008.

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